China, territorio ‘inexplorado’

Recientemente realice un viaje express a China capitaneado por una de las personas, Oliver Huesmann, que mejor conoce el continente asiático y por ende el mercado chino.

La experiencia deja huella, pero sobre todo se me antoja misión imposible explicar la magnitud de aquel país y de aquel mercado. Para una europea imbuida y ensimismada en las dimensiones del Viejo Continente, es difícil.

El gobierno chino está preocupado en cómo alimentar a su pujante población. Esta no es una afirmación baladí porque China ha comprado miles de hectáreas en Argentina, en Ucrania y ha hecho que media África esté en sus manos. Al igual que el armamentístico, el sector agroalimentario posee un componente estratégico para cualquier nación. Y mucho más en un país donde sólo el 10% de su superficie es apta para la agricultura.

Hasta la fecha, España tiene firmados dos protocolos bilaterales de exportación (cítricos y fruta de hueso) pero es muy previsible, que en breve se firme el de uva y pronto vendrán más, entre ellos el de kaki.

Puede que estos protocolos no contengan los mejores requisitos para hacer las cosas fáciles a los comercializadores. Es más, me atrevo a decir, que uno de ellos dificulta enormemente las exportaciones. Aún con ello, se hace necesario que España empiece a sentar las bases de su negocio en aquel país, cree marca y sea conocida no sólo por sus equipos de fútbol, sino por su potencial hortofrutícola. Y, además, el sector de manera unánime debe poner sobre la mesa la cuestión de si es factible o no modificar a nuestro favor algunos de los requisitos que China nos pide, como el cambiar algunos grados el ‘cool treatment’. Países como Australia y Sudáfrica ya lo han hecho.

La agricultura, a veces se convierte en geoestrategia y política de intercambios (ya lo vimos con Mr. Putin y casi hemos estado a punto de verlo con Mr. Trump ó lease Mr. Twitt) y como la nuestra es lo suficientemente potente, España debe afianzar sus lazos comerciales con el gigante asiático.

Estas nuevas relaciones nos permitirían no depender tanto del Viejo Continente; al que yo denominaría Pequeño Continente porque sólo las 7 provincias meridionales de China tienen más población que toda Europa. Un dato que, en términos de consumo, a nadie le puede pasar inadvertido.

China lo sabe y por ello ha movido ficha. Su gobierno conoce que la dieta de sus habitantes se occidentaliza y demanda productos que no estaban en su comida más tradicional.

No seremos imprescindibles para China, pero sí podemos formar parte de esa élite que ahora vende sus producciones en el gigante asiático, bajo las premisas de seguridad alimentaria, calidad y buen precio.

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