“Mi compra personal tiene repercusiones”

Los españoles tenemos colgado el sambenito de haber llegado tarde a muchas cosas, a ésta también, pero merece la pena subirse al carro.

Me refiero a la tendencia, ya muy generalizada, de los supermercados europeos de priorizar la producción local o autóctona sobre la importada.

Por esto, aplaudo la idea del Consum que acaban de inaugurar al lado de mi casa de ‘Hacer País’, y que nadie se tome esta expresión como una politización del acto de compra, sino como una actitud moralmente responsable.

No se trata de revolucionar las estructuras o criticar el orden mercantil, sino de regular con nuestros derechos como ciudadanos-consumidores la oferta y ejercer nuestra presión de compra sobre la gran distribución.

Lo llevo viendo en Europa desde hace muchos años, sobre todo los que pasé en Inglaterra, donde la bandera británica ondeaba en mitad del lineal para avisar al consumidor de que las fresas de verano ya habían llegado o las British potatoes eran las únicas que el cliente podía escoger. Nuestros vecinos galos son maestros en ello, Dinamarca ejerce la misma política en algunas de sus cadenas y en el resto de Europa ya hay un sinfín de ejemplos.

El mundo globalizado nos ha cambiado, y al final no se trata de proteccionismo tal y como lo entiende Mr. Trump, se trata de coherencia y de respeto medioambiental. Se trata de proteger tu entorno más próximo, de que esa famosa ‘España vaciada’, no se vacíe más, de que el transporte minimice las emisiones de CO₂ o de NO₂ y de que los productores puedan sobrevivir con unos céntimos de más. Se trata de que el PIB, que tanto le debe al sector agroalimentario siga su buen curso. Se trata de aportar un grano de arena al mundo que dejaremos a nuestros hijos.

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