La madera, aprovechable hasta el último milímetro

La durabilidad, resistencia y sostenibilidad de la madera la convierten en la favorita de muchos a la hora de envasar sus productos, además de que se puede reutilizar y transformar en otros productos.
fedemco

Cada vez más, el sector hortofrutícola apuesta por la madera a la hora de envasar sus productos y, por ello, ahora parece que este material sea la última moda. Pero ni los agricultores ni los exportadores de frutas y hortalizas se decantarían por la madera si no estuvieran completamente seguros de sus numerosas ventajas y propiedades frente a otros materiales.

Uno de sus puntos fuertes y más atrayentes es, precisamente, la durabilidad y la resistencia de la madera en trayectos de larga distancia. David Navalón, vicepresidente de la Federación Española del Envase de Madera y sus Componentes (FEDEMCO) y gerente de Envases Navalón, asegura que la madera da “seguridad” a los exportadores que no se quieren arriesgar a que, tras un largo trayecto y tras haber asumido unos altos costes en el contenedor y el método de transporte, el producto llegue en malas condiciones por un problema de envase.

Esta durabilidad y resistencia en el transporte se consigue gracias a su robustez y la capacidad higroscópica de la madera que le hace mantener la humedad adecuada en refrigeración. Esto otorga una garantía de que el fruto se mantenga seco a lo largo de su transporte y comercialización. Navalón añade que la madera es “antibacteriana, con lo cual absorbe las impurezas y bacterias de la fruta”, que después de cuarenta días “sigue en perfecto estado”.

Asimismo, Memén Cerveró, responsable de comunicación de Fedemco, hace referencia a otra de sus ventajas: “La madera se preenfría antes. Y si tienes que meterlas en cámaras frigoríficas, llega a la temperatura esperada más rápido que otros envases”.

Desde la federación hacen especial hincapié en dos términos en concreto que, en su opinión, resultan ser las verdaderas virtudes de los envases de madera: la bioeconomía circular y la verdadera sostenibilidad.

Y es que los envases de madera que se encuentran hoy en día provienen de bosques cultivados, de árboles plantados ocho años atrás. “Somos el material dentro del sector que tiene como base una materia renovable que proviene de la propia naturaleza,”, lo que se conoce como biobased, explica Cerveró. “Hemos creado esa naturaleza, nos hemos comido el carbono, hemos generado oxígeno y hacemos un producto limpio, sin huella hídrica. Y hasta que ese producto desaparece en su mínima expresión, sigue conteniendo en su interior el carbono”, añade.

El ciclo de vida de la madera

“Cada milímetro de madera que gastamos en nuestros envases es renovable y se vuelve a utilizar”, declara Navalón. El concepto de bioeconomía circular hace referencia, precisamente, al hecho de que los envases de madera se transforman continuamente en nuevos productos, por los que su ciclo de vida no se reduce a un solo uso, sino que hasta el mínimo tamaño de madera tiene otra vida y se puede reutilizar.

“Puede convertirse en un taco de palet, en un tablero, puede ser componente para compactar las fosas sépticas, en algunos países como Bélgica, Alemania o Francia la utilizan como energía y en países de la unión europea se están haciendo otros componentes de envase con el triturado de madera”.

Desde FEDEMCO quieren subrayar uno de los aspectos más desconocidos de los envases de madera para la población: si se reciclan, han de ir al contenedor amarillo y no al azul. “El problema lo tenemos en el envase unitario, el doméstico. La gente no sabe dónde aportar este residuo y, por ello, estamos haciendo comunicación. Es un envase reciclable y va al contenedor amarillo”, concluye Navalón.

 

 

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