Los tropicales toman Huelva

Pitaya España Sociedad Cooperativa Andaluza

La producción hortofrutícola onubense, muy centrada desde hace décadas en fresa y cítricos (además del tradicional olivar), asiste a una progresiva diversificación

La categoría de berries se amplió a frambuesas, moras y arándanos, muy especialmente este último, que continúa con un importante desarrollo.

Casi simultáneamente a este nuevo abanico frutal, empezaron los primeros cultivos tropicales con el aguacate como bandera, y con posterioridad, la pitaya, una fruta que ofrece enormes posibilidades de desarrollo, debido a su escasa demanda hídrica.

Fruit Today tuvo ocasión de conversar con Alberto Garrocho, al frente de la Cooperativa de Pitayas de Andalucía y también presidente de Freshuelva.

La entidad afronta su segundo año de comercialización con este tropical, en un mercado en el que aún la fruta es desconocida, tiene un gran potencial de consumo.

“La planta de la pitaya tiene mucho atractivo medioambientalmente porque el consumo de agua es muy bajo”, asegura Garrocho, presidente de la Cooperativa de Pitayas de Andalucía, que aúna a agricultores de Huelva, Sevilla, Cádiz, Málaga, Extremadura e incluso Portugal.

La planta no parece un cactus, pero lo es, aunque con pocos pinchos, largos tallos y flores de colores vivos. Dependiendo de su especie, la pitaya da un fruto de color rojo o amarillo, de sabor dulce. También se la conoce como fruta del dragón.

Existen cuatro variedades: la roja de pulpa blanca, roja de pulpa roja, roja de pulpa púrpura y amarilla de pulpa blanca. Su mayor atractivo desde el punto de vista agronómico es que no necesita casi agua para crecer, unos dos litros a la semana.

El cactus extrae la humedad y los nutrientes de las cortezas y, además, se adapta muy bien a los periodos de sequía y a los suelos del sur de la península.

Es una fruta que no tiene un periodo de siembra determinado, por lo que cada vez más agricultores están viendo las ventajas que esto les aportaría. “El proceso empieza a finales de junio y hasta finales de diciembre dura la recolección”, explica Alberto Garrocho.

Canarias, pionera en su introducción

En España, la fruta del dragón existe desde hace 7 años, cuando la Universidad La Laguna en Canarias inició un proyecto para cultivarla en la isla. Fue gracias a este proyecto que la Cooperativa de Pitayas de Andalucía pudo introducirla, a su vez, en la península. “Empezamos a cultivarlas hace 4 años y actualmente la cooperativa tiene alrededor entorno a unas 30 hectáreas”, asegura Garrocho.

Durante la campaña 2021/2022 la entidad andaluza ha conseguido obtener una totalidad de 80.000 kilos de pitayas, el 20% de las cuales se han vendido en Inglaterra. Las previsiones apuntan a que el año que viene se situarán en torno a los 200.000 kilos, a pesar de que solo algunas han alcanzado los cinco años de antigüedad, año a partir del cual es cuando el cactus “empieza a producir fuertemente”. “La gran mayoría está entorno a los 2 o 3 años ahora mismo, producen, pero en menor cantidad”, declara el presidente.

La cooperativa ya ha realizado envíos a diferentes países como Italia, Francia, Alemania, Holanda y Bélgica. Por otro lado, las pruebas realizadas con los Emiratos Árabes, unas 100 cajas, nos aportan una visión positiva de este mercado, remarca Garrocho.

Respecto a su precio, Garrocho afirma que “ha salido rentable para el agricultor, por ser   una planta con una mano de obra mínima: son piezas de 350 a 650 gramos y la cantidad de kilos que se cogen es bastante considerable”.

El directivo se mantiene optimista sobre el futuro de la pitaya en España: “cada año vemos que está más rica, que a medida que se va haciendo más adulta es capaz de bombear más azúcar a la fruta. En el mercado nacional está teniendo una buena aceptación”. Finalmente, asegura que “el tiempo lo dirá” pero que “es un cultivo que en las próximas décadas dará mucho de qué hablar”.

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