Hipocresía comercial

Todos los eslabones de la cadena implicados en la comercialización del plátano conocían desde el minuto cero que las grandes superficies rechazaban el plátano palmero.

¿Por qué? Porque presentaban manchas negras originadas por el roce de los microcristales que componen la ceniza.

En esta coyuntura, Asprocan se apresuró a crear una etiqueta que identificara esos plátanos malogrados por fuera, pero intactos por dentro.

La etiqueta se ha visto poco y la mayoría de los plátanos que se venden son tan impecables como lo eran antes de la erupción. Esto quiere decir, que no estamos consumiendo muchos ‘plátanos del volcán’.

Para seguir haciendo ‘un favor’ a los palmeros, algunas cadenas de supermercados rebajan el ya de por sí bajo precio de la banana. Un kilo de bananas, que suele estar a 1,25 euros, se planta en 0,75 frente al plátano canario que cuesta 2,45 euros/kilo.

En este mundo incierto y roto económicamente que vivimos, ¿quién va a practicar la solidaridad si el supermercado te pone en bandeja el no hacerlo?

Mis mejores deseos para el pueblo palmero, porque ahora empieza lo más duro.

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