¿Dónde se recolocarán los 9,5 millones de tn que iban a Rusia?

bandera de rusia

Putin precipita un nuevo escenario global en los flujos internacionales de frutas y hortalizas

¿Cómo será la nueva distribución de estos flujos comerciales? ¿Vivirán los mercados europeos una sobreoferta en los próximos meses? ¿A qué países afectará más la nueva coyuntura de guerra? ¿Por cuánto tiempo?

La economía de los europeos está en manos de la guerra. Alemania e Italia son sus rehenes energéticos pero las consecuencias asaltan cualquier actividad económica sine die. Y, por supuesto, incide de lleno en el sistema agroalimentario y en sus flujos comerciales.

El mercado ruso absorbía unos 9,5 millones de toneladas de frutas y hortalizas. ¿Dónde se pondrá ahora este inmenso volumen? La situación ha empezado a tener un impacto comercial en los mercados europeos. En el mercado mayorista de Colonia y en el de París ya se nota un importante flujo de mercancías procedentes de Turquía.

El impacto de la invasión de Ucrania y el aislamiento ruso del mundo occidental afecta también a otro tipo de magnitudes como las pólizas de seguros, las congestiones de los puertos y el redireccionamiento de las navieras, la elevación de los precios, la imposibilidad de pagos o el florecimiento de mafias, que pueden hacer su agosto.

Las restricciones financieras, el abandono de entidades bancarias internacionales y la cancelación del sistema Swift de pagos han provocado una depreciación del rublo trepidante, situación que pone sobre las cuerdas cualquier transacción comercial con el gigante asiático.

Las afectaciones para el conjunto de la industria agroalimentaria no serán iguales y habrá productos como las bananas de Ecuador o los cítricos que sufrirán más las consecuencias del conflicto. “Si hablamos de una sobreoferta de cualquier producto significa que habrá un impacto general sobre el resto de frutas. Por lo tanto, ninguna fruta y hortaliza queda excluida de los acontecimientos que se produzcan a corto y medio plazo”, explica Phillipe Binard, secretario general de Freshfel.

Europa, malogradamente, ya cuenta con experiencia respecto a embargos procedentes de esta área geográfica, el último de ellos, el mercado de Bielorrusia a comienzos de año, que ha causado un importante descalabro en el comercio de peras de los Países Bajos. Pero el que mayores estragos causó fue el que Putin impuso a las frutas y hortalizas europeas en 2014, tras su anexión a Crimea. También, se cerró el mercado de Argelia en 2016, que causó pérdidas a los exportadores de manzana catalanes.

El embargo ruso significó unas pérdidas de 7,5 mil millones de euros de los que 2/3 correspondieron a Europa y de esta cantidad, el 50% lo absorbió el sector de las frutas hortalizas. “Esto significa un gravamen descomunal del que todavía no nos hemos recuperado. No se entiende por qué las frutas y hortalizas pagan siempre las consecuencias de la geopolítica mundial.”

Botón rojo, gráfica

Consecuencias más inmediatas

La posibilidad de que los antiguos proveedores de Rusia, Bielorrusia y Ucrania se replanteen reposicionar sus volúmenes hacia el mercado de la U.E. está sobre la mesa, y no será una coyuntura momentánea, sino que puede durar meses. “Se va a hacer necesario un seguimiento de las mercancías flotantes que puedan desviarse hacia Europa sin clientes fijos y que pueden desmoronar los precios en el mercado”.

El transporte marítimo, que todavía sufre las disrupciones ocasionadas por la pandemia, puede verse todavía más alterado debido a que las principales empresas navieras ya no pueden llegar a los puertos del Báltico ni del Mar Negro.

La guerra ha supuesto también un fuerte impacto en el precio de los fertilizantes y en el precio de la madera para palots, cuya materia prima procedía de los bosques bielorrusos y rusos.

Las distorsiones se pueden producir incluso por la falta de mano de obra, especialmente ucraniana, que realiza labores de temporada en muchos países europeos. A ello, se sumarían también problemas en el transporte, escaso de mano obra y que tiene en los conductores ucranianos un buen recurso.

Impacto sobre Turquía

Turquía, país que políticamente juega la baraja de la ambigüedad, es uno de los mayores proveedores rusos de frutas y hortalizas, con un volumen que llega a los 1,8 millones de toneladas. En estos momentos el país está en plena temporada y sus diferentes hortalizas y frutas ya incrementan volúmenes en los mercados mayoristas de centro Europa e Italia.

Turquía es además uno de los mayores productores mundiales de cerezas y cuenta, con una considerable producción de fruta de hueso que, ante la imposibilidad de vender en Rusia, podría desviar hacia los países occidentales.

Egipto

Egipto ponía en el mercado ruso, ucraniano y bielorruso cerca de 500.000 toneladas, de las que 400.000 las dedicaba íntegramente al mercado ruso. Su principal producto eran los cítricos. Ante la imposibilidad de vender su mercancía allí es muy posible que mire con buenos ojos mercados más occidentales y establezca, a base de precio, una mayor competencia con los exportadores españoles de naranja. La campaña de uva egipcia comienza un mes antes que la de Murcia y es una incógnita donde se venderán estos volúmenes.

El problema polaco

Polonia es el mayor productor europeo de manzanas y está sufriendo verdaderos problemas debido a la fuerte producción de este año. El cierre de la frontera bielorrusa supuso, a principios de año, un duro revés comercial y ahora se suma la imposibilidad de vender también a Ucrania. La situación es de tal gravedad que, para mejorar la situación, el gobierno polaco ha eliminado el IVA del producto, aunque los problemas persisten. Y en este sentido, desde Freshfel Europe, se apoya la necesidad de un plan de retirada selectiva a través de las organizaciones de productores. Uno de los planteamientos es que esta retirada pueda abastecer a los refugiados ucranianos.

El caso ecuatoriano

Cada semana Ecuador enviaba aproximadamente 1,8 millones de cajas de bananas a Rusia y a Ucrania 180.000 cajas. Este comercio se ha cortado súbitamente, lo que ha causado en el país una pérdida de 300.000 puestos de trabajo.

Chile y Argentina

Los países exportadores del hemisferio sur se encuentran con importantes dificultades ya que algunos de ellos, como Sudáfrica, Argentina, Chile o Perú tenían en Rusia un gran mercado. Se acercan las fechas de comienzo de sus importaciones de contra estación para uva, cítricos… y las dificultades acechan.

Por el momento, nadie sabe a dónde se va a dirigir esta mercancía que podría generar una sobreoferta nunca antes vista en los países europeos. Sin embargo, todo apunta a que la prudencia en los envíos será la clave. En Sudamérica también se enfrentan a una situación difícil derivada del aumento energético y de insumos. Pero, lo que posiblemente es la mayor dificultad es afrontar el precio de los fletes navieros. “Llegar a una Europa saturada de mercancía tras haber pagado unos fletes desorbitantes no parece el negocio más rentable ya que muchas compañías se encuentran al límite. Se buscan soluciones, pero de momento lo que se encuentran son opciones provisionales, como la de fruta para industria”.

En este sentido, el caso más reciente es el argentino, que definitivamente ha parado sus exportaciones de manzanas y peras.

Sudáfrica

Sudáfrica vendió a Rusia unos 11,2 millones de cajas de cítricos (cada caja contiene 15 kilos) en 2021. El impacto bélico ya se ha dejado notar en este país austral, que lleva más de tres semanas sin poder realizar envíos, especialmente de limones. La situación no tiene visos de mejora ya que en abril comienzan también la temporada de mandarinas y pomelos. Las exportaciones de uva también se han visto afectadas por los problemas portuarios y retrasos de 56 días, frente a los 24 de un envío normalizado.

La Citrus Growers Association ha mostrado también su preocupación ante una posible sobreoferta en el mercado europeo. Con todo, el lobby sudafricano ha requerido a su gobierno que redoble esfuerzos para acceder a nuevos mercados y poder diversificar sus exportaciones. La coyuntura portuaria empeora, si cabe, las condiciones de exportación. Un tránsito marítimo que duraba 24 días ha llegado a convertirse en 90, una situación insostenible con productos perecederos. El precio de los combustibles, de los fertilizantes y otros inputs, ponen también sobre la cuerda floja al país.

¿Qué puede hacer Europa ante esta situación?

La gravedad de la situación es tal que Bruselas se ha apresurado a poner en marcha un Comité de Seguridad Alimentaria cuyos recursos son la Reserva de Crisis (dotada de 500 millones de euros) y la financiación por parte de los estados miembros con 1.000 millones de euros. La suma de ambas cantidades debe llegar al sector agrícola y ganadero. El Comité ha establecido una agenda para trabajar en los aspectos más problemáticos e incluso pretende revaluar los objetivos del Pacto Verde europeo y la Estrategia de La Granja a la Mesa.

Por un lado, se ha puesto sobre la mesa el debate de la flexibilización de las normas de importación de cereales americanos. Por otro, se debe abordar el problema de los controles fitosanitarios, como el clorpirifos, sustancia que no está permitida en Europa y que, de manera regular, Turquía hace que salten las alarmas.

¿Debe Europa caminar hacia la soberanía alimentaria?

La guerra ha dado la vuelta a los objetivos europeos para 2030. El 25% de la superficie cultivada debería ser, en esa fecha, superficie ecológica pero este asunto plantea un serio debate, ya que la producción ecológica reduce entre un 10% y un 15% la productividad. En el otro lado de la balanza, se sopesa que el 10% de las tierras que están en barbecho pasen a ser tierras cultivadas de cereales.

Abordar el problema de la alimentación de los europeos llega incluso a crear políticas demagógicas como la del primer ministro húngaro Orbán, que ha lanzado un órdago a la Comisión proponiendo cerrar las fronteras del país magiar para que las producciones de Hungría se queden dentro del propio país.

“Hay una cuestión ineludible que se debe dilucidar y es cómo dar de comer a toda la población europea. Por un lado, sufrimos la disrupción de la cadena por el déficit de cereales y por otro, nos podemos encontrar con un exceso de oferta en Europa y tener que poner en marcha mecanismos de retirada para no ahogar los mercados”, remarca el director general de Freshfel.

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