Las circunstancias globales que nos acechan como el cambio climático, las guerras, las migraciones masivas y la inseguridad alimentaria ponen sobre la mesa el lema de Dublín: fomentar la cooperación en el sector de la patata para garantizar la seguridad alimentaria.
A raíz de los debates que se han generado con los diversos operadores del sector en los últimos congresos de patata, se ha puesto sobre la mesa una cuestión clave en el incierto mundo actual: ¿cómo la patata puede contribuir a mitigar la pobreza en aquellos países expuestos a grandes hambrunas o reiterados episodios de inseguridad alimentaria?
Por este motivo, el World Potato Congress, en su objeto de crear valor entre la comunidad mundial de la patata, ha adoptado oficialmente la Declaración de Dublín, que reza “Fomentando la creación de operadores de patata para garantizar la seguridad alimentaria.”
La Declaración de Dublín, lugar donde se celebró el anterior Congreso Mundial de la Patata, promueve la unión de los socios, el intercambio de conocimientos y las historias de éxito en la industria mundial de la patata.
Acuciados por la inestabilidad política, las guerras y las situaciones de pobreza instauradas como endémicas en muchos países, el cultivo de la patata puede contribuir a la mejora de un gran número de seres humanos, que hoy viven en situaciones de extrema pobreza.
El presidente del WPC, Peter VanderZaag, remarcó que “es importante trabajar en pro de satisfacer las necesidades de quienes viven en lugares de inseguridad alimentaria mediante la mejora de la producción de patata como un gran alimento.”
Este lema adoptado en Dublín se ha hecho ya transversal en el sector y los próximos organizadores del World Potato Congress, que se celebrará en Adelaida (Australia), ya lo han tomado como referente.
