Empresas como Sandías El Abuelo han priorizado para sembrar el suelo cercano a los pozos que tienen derechos adquiridos, e incluso ha “sacrificado parte de la producción”, explica Francisco Heredia Rosa, responsable de la empresa.
A esta menor superficie hay que sumar la considerable merma de producción en las parcelas sembradas, con importantes recortes en las dotaciones de riego y pozos muy agotados. En concreto, aseguran esperar “unos 50.000 kilos por hectárea, en comparación a los 60.000” que se obtuvieron el pasado verano, lo que supone un descenso del 16,67% en la producción de cada hectárea, que hará que este año la campaña sea más corta.
Este panorama se vive en toda la Vega del Guadalquivir, según explican los responsables de las comunidades de regantes de ambos márgenes del Genil. Entre las dos comunidades reúnen a 1.125 regantes, muchos de los cuales están dejando de sembrar algunos cultivos “para focalizar el agua en producciones más rentables”.
En lo que se refiere a la principal producción de la comarca, la naranja, el sector ya habla de una merma importante para la próxima campaña, que podría ser de un 60%, y que una parte importante no podrá ser aprovechable para el consumo fresco. Moreno Ruiz de Mier (director técnico de la comunidad de regantes de la margen derecha) resalta que “si se cumplen las previsiones” habrá una repercusión en los canales de comercialización y en la pérdida de clientes, “que habrá que volver a conquistar”.
Ante una situación que “no la hemos vivido nunca”, desde la asociación profesional citrícola Palmanaranja, su presidente, Antonio Carmona, señala que “el naranjo no se va a secar” este año, pero las dudas giran en torno a si la fruta podrá engordar lo suficiente para su comercialización en fresco o si incluso caerá de los árboles ante la falta de agua.
